¿Responden las universidades a las necesidades de la sociedad? ¿Sabrán liderar las instituciones de educación superior el cambio de modelo productivo al que parece obligar la crisis económica? ¿Son adecuados los ritmos con que la Universidad española se adapta a las exigencias del Plan Bolonia?

A preguntas como éstas respondieron ayer dirigentes universitarios y responsables políticos en un debate organizado por la Fundación Pedro García Cabrera, en el que el director general de Universidades del Ministerio de Educación, Felipe Pétriz, advirtió de que, aunque el ritmo con el que se desarrolla la reforma de las titulaciones y las metodologías de enseñanza en España es "muy satisfactorio", no existe "una política de becas y ayudas suficiente" para garantizar la movilidad de los estudiantes. Ésta es, a su juicio, una tarea pendiente para que el proceso de adaptación a Bolonia se complete de forma satisfactoria.

El estrecho margen con el que ha contado nuestro país para acometer esta reforma fue un aspecto destacado por todos los asistentes, así como la profundidad de los cambios que esta situación acarreará. "No es un simple cambio de planes de estudio, como ha habido muchos en las últimas décadas, sino un cambio de paradigma, equiparable a la llegada del euro", señaló Juan José Martínez, director general de Universidades del Gobierno canario.

Por su parte, el rector de la Universidad de La Laguna, Eduardo Doménech, avanzó que Bolonia impondrá "una cierta especialización" de las universidades. "No podemos competir en todo", admitió Doménech, que se refirió a áreas como biomedicina, psicología, astrofísica, ciencias ambientales o energías renovables como aquellas en que la ULL puede ser más competitiva.

En cuanto a si la convergencia con el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) permitirá una ordenación adecuada de las titulaciones actuales, el secretario de la Conferencia de Consejos Sociales, Miguel Ángel Acosta, auguró que "será una oportunidad desaprovechada", a tenor de la forma en que se están diseñando los nuevos títulos. "Se adaptan las formas pero no el fondo. No hay cambios de metodologías docentes", advirtió.

Confianza

En este sentido, Acosta consideró desaconsejable que sean las propias universidades las que elaboren el mapa de titulaciones, algo en lo que discrepó el representante del Ministerio, que recordó que "la reforma se basa en la confianza en las instituciones universitarias" y que "en Europa no se dice a las universidades cómo deben diseñar sus planes de estudios".

También surgieron en el debate las controversias sobre la convenciencia de mantener o suprimir titulaciones con escaso número de alumnos. Eduardo Doménech se mostró partidario de no eliminarlas, debido a lo cambiante de la demanda, tanto de los propios estudiantes como del mercado laboral, mientras que Juan José Martínez alertó del "coste social" de mantener estudios "con cuatro o cinco alumnos en primer curso".

Respecto al papel de las universidades en el cambio económico, los asistentes coincidieron en que pueden ser su "eje principal". Felipe Pétriz afirmó que, para ello, las instituciones académicas deben acentuar su internacionalización y avanzar en la formación en competencias y valores.

En el caso de Canarias, Martínez llamó la atención sobre las garantías de que se ha dotado su sistema universitario para asumir esa función -financiación y estructura normativa-, pero también sobre sus asignaturas pendientes: los sistemas de gobierno -cuya reforma es "urgente"- y la internacionalización.

El rector Doménech resaltó la "responsabilidad de la ULL con su entorno más inmediato" y cifró los retos de la institución en "mejorar los niveles de transferencia, generar empresas spin-off y que los alumnos salgan mejor preparados", mientras que Miguel Ángel Acosta invitó a "mejorar la orientación profesional y fomentar la inserción laboral y la cultura emprendedora".