COMO dice la canción: "Quien va por el mundo a tientas, lleva los rumbos perdidos"; y, por lo visto, y según los resultados de las recientes elecciones europeas, es así como anda la izquierda en general y la española en particular; y es que, por mucho que el socialismo se reinvente a sí mismo, a lo largo de la historia lo único que ha logrado ha sido destruir cuanto ha construido el capitalismo, demoler la idea y el concepto de la familia, alentar la ruina, el hambre, la muerte y la corrupción allí donde ha intentado salvar a los ciudadanos mediante la revolución, e insistir con algo más que vehemencia en imponer sus postulados ideológicos a través de la "batalla de las ideas" para, al final, terminar construyendo un supuesto "orden nuevo" cuyo mayor logro ha consistido en imponer una especie de pseudoreligión, para rendir culto y pleitesía al líder de turno; al que, por supuesto, el ciudadano tiene, debe, más bien, que estarle agradecido por su inmensa generosidad a través de la limosna, el subsidio o la pertinente subvención.

Menos mal que en Europa no funciona el populismo al que tanto le gusta adherirse a la izquierda española; ni está por la labor de que estas, cuando llege al poder, ya sea por accidente o no, en vez de dedicarse a gobernar, le de, indefectiblemente, por intentar borrar las imágenes y los recuerdos formales de la sociedad que la acoge, comenzando por destruir el pasado, y vilipendiar a quienes lo forjaron, destruyendo no sólo los símbolos, sino desdibujando incluso los recuerdos colectivos. De esta forma, le es más fácil, una vez desestructurada la sociedad, comenzar la planificación colectiva que le lleve al intervencionismo opresor del Estado. Así, una vez implantado el igualitarismo, es más cómodo hacer llegar a la ciudadanía el mensaje de los "nuevos derechos" a los que el pseudoprogresismo de izquierdas nos tiene tan acostumbrados.

Menos mal que ya en Europa los tienen calados. No obstante, siempre queda algún país -sin ir más lejos, España- que cae en la trampa y quiere ser salvado; de ahí esa insistencia en su política de imagen que intenta por todos los medios transmitir "modernidad". Pero ya es hora de que alguien le recuerde a la izquierda que, hablando de derechos, el primer derecho que tiene la persona es al trabajo; entendiendo por tal el esfuerzo humano aplicado a la producción o suministro de un bien o servicio (trabajador) que, junto a un determinado capital (empresario), y moviéndose ambos libremente en un determinado escenario laboral y económico, y amparados por un Estado de Derecho, intentan crear riqueza. Es el gobierno de turno el que debe crear las leyes y las normativas pertinentes, para que se den las condiciones adecuadas y necesarias, para que exista una seguridad y una interrelación adecuada entre todos los elementos que conforman el tejido financiero, empresarial y social de un país.

Menos mal que ningún gobierno puede mantener eternamente el nivel de gasto social que necesita para tener asegurado un número suficiente de votos como para mantenerse en el poder de forma indefinida; porque, tarde o temprano, se termina por descubrir -normalmente a través del sufrimiento- el oportunismo ideológico que lo sustenta. No obstante, el complejo de quienes se sienten de derechas, o conservador, o incluso de centro, suele ser directamente proporcional al desprecio y a la autosuficiencia, de la que suelen hacer gala quienes dicen ser o sentirse de izquierdas. Comprendo que, para ellos, debe de ser duro oír decir a alguien que se siente orgulloso de ser español, porque ello constituye un sentimiento positivo, consustancial con la herencia de sus antepasados; y que buscar la felicidad, siendo respetuosos y tolerantes con el prójimo, o intentar encontrar la calidad en la eficiencia, así como cultivar los valores de referencia heredados de sus mayores y, a su vez, inculcarlos a los hijos dentro del marco de la familia, no tiene por qué tener ninguna connotación ideológica ni partidista.

Y, mientras tanto, el socialismo del progreso y la salvación de las laicas almas que se presten a ello eleva el rango de sus pretensiones ideológicas, nombrando ministros y ministras, al igual que en su día lo hiciera Calígula designando cónsul a su caballo favorito "Incitato", sin más bagaje intelectual ni propósito que el de reflejar su irresponsable extravagancia, como un fiel reflejo del cesarismo imperante en el socialismo actual. Ya puestos, y por aquello de seguir otorgando "nuevos derechos" a las minorías, se podría constituir un "fondo social" para costearles los implantes mamarios a "los jóvenes y a las jóvenas" sin recursos; toda vez que para "ponerse las tetas", como dice la "miembra" de "Igual-da", o los pectorales -eso sí, sin "piercing"-, no hace falta permiso de los padres. Esto sí que constituiría una vía revolucionaria, aunque fuera un autentico desatino social, pero qué más da; ya puestos a subvencionar?; pero vendría estupendamente a favorecer la imagen progresista del nuevo socialismo del siglo XXI; y es que, después de todo, sin tetas no hay socialismo, perdón, quise decir paraíso.