El partido examinó al Tenerife en todas las asignaturas que se le exigen a un equipo que quiere ascender a Primera División. Le puso delante una prueba de creatividad y destreza cuando el marcador estaba empatado y ambos equipos en igualdad numérica: la sacó con sobresaliente, porque hizo diez minutos maravillosos en los que marcó un gol y debió conseguir dos más; luego, cuando el equipo se quedó con diez, la prueba le obligó a demostrar otras cualidades: su capacidad de sacrificio, su solidaridad, su carácter competitivo y su capacidad de sufrimiento. En esta otra materia, la de resistir, el Tenerife no empeoró su calificación. Sacó el partido adelante y lo remachó con un segundo gol que, cosas del destino, hace justicia a su temporada, porque ha sido el mejor.

El partido empezó muy cerrado, jugado en una franja apretada de campo, pero el Tenerife fue el primero que rompió ese molde táctico. Después de una acción en la que Nino no pudo controlar ante Chema, surgió la primera obra de arte de la tarde. Entre la manera en que Ricardo sacó un balón rodeado de rivales en una banda, hasta la brillante definición de Alfaro hubo un tránsito que reflejó la esencia de este equipo. Tocaron de primera cuatro jugadores, acelerando la transición gracias a la precisión en los apoyos y a la rapidez en los desmarques, hasta dejar a Alfaro solo ante Chema. El andaluz recibió de espaldas y resolvió de un toque sutil... ¡Cuánto se parece este equipo a aquel glorioso de los 90! En los siguientes minutos el Tenerife pudo liquidar la contienda: otra conexión Nino-Richi-Juanlu no entró de milagro (23''), y ya incluso con 10 hombres, un pase celestial de Richi a Nino lo salvó Chema con una mano tras el control de libro del delantero (35''). El Tenerife estaba muy junto, muy metido, trabajando defensivamente sobre los tres medios del Xerez (Moreno, Bergantiños y Abel) y con una frescura desequilibrante en el manejo de la pelota. Cometió un solo error, midió mal en el balance defensivo y perdió a Ricardo, que tuvo que parar por las bravas a Carlos Calvo que se iba creando una contra de gol.

Con uno menos se retrasó Alfaro y Ayoze ayudó lo suyo, el equipo aguantó hasta el descanso de manera admirable, más replegado, pero muy firme con la pelota, haciendo posesiones largas para no embotellarse. Es verdad que el Xerez entró bastante por la izquierda, pero casi nunca ganó la espalda a la última línea local, que sostuvo al equipo hasta el intermedio casi sin sobresaltos.

De salida, en la continuación, el Xerez se echó hacia delante, avanzó en función atacante continua a Francis por la derecha y a Mendoza por la contraria y tuvo 20 minutos en los que pudo darle la vuelta al marcador. Sacaba cómodo la pelota, creaba superioridad desde el inicio con sus tres volantes y se presentaba frente al área con un dos contra uno en todas las zonas. Así, Sergio hizo un paradón impresionante ante Bermejo (6'') y repitió enviando a córner ante Moreno, que cabeceó el saque de esquina a un palmo del palo. En el 16'', otra vez Sergio frustró a Momo, que le disparó de cerca... En plena avalancha visitante, Oltra metió a Mikel por Ayoze, pero no formó doble pivote. Puso al vasco de medio centro y adelantó a Richi para que tapara el inicio del juego andaluz. El Tenerife quedó en un 4-3-1-1, con Alfaro y Juanlu recogidos junto a Mikel. Richi parecía fatigado y el equipo estaba muy abierto para sujetar a los jugadores que se incorporaban de la segunda línea xerecista. Entonces llegó un cambio paradójico. Esteban Vigo metió a Antoñito, más adelantado, y quitó a uno de sus tres cerebros. Cualquier hincha de su equipo hubiera hecho ese cambio. El Xerez estaba volcado, tenía un hombre más y generaba ocasiones una tras otra. Era lógico añadir presencia al ataque. Le salió el tiro por la culata, porque su equipo perdió la superioridad numérica donde el Tenerife no podía contrarrestarla y le dio una referencia más fácil de defender a los centrales. El líder se fue apagando y los locales empezaron a respirar más tranquilos.

Entró Ángel por el lesionado Juanlu y tuvo una ocasión clarísima para sentenciar, en plena efervescencia de una grada absolutamente vinculada al desarrollo del partido. El equipo sobrevivió a su generoso esfuerzo por el apoyo emocionante que recibía desde un entorno maravilloso, fue dejando pasar los minutos y se sintió más ganador, ante un adversario que ya no tenía claridad arriba.

Faltaba un reto por conseguir: el segundo gol que certificara que el Tenerife es el mejor equipo de Segunda y por ello debe acabar como campeón. Un error defensivo visitante lo aprovechó Nino para marcarlo y provocar un delirio estremecedor en el estadio, que dentro de 15 días bien puede cambiar el cántico pegadizo de ¡a Primera, a Primera! por el de ¡campeones, campeones! Los títulos de Liga siempre hacen justicia.