EL TURISMO ha sido próspero en Canarias hasta ahora. No por la acción inteligente de nuestros políticos, sino porque las condiciones resultaban propicias para la llegada de visitantes. Ahora el turismo está desapareciendo porque no hay euros que gastar. No hay euros porque no se gana dinero. ¿Qué hacen nuestros políticos para remediar la situación? Nada; no pueden hacer nada porque son incapaces. Mientras en otros países competidores de Canarias aumenta el número de turistas, aquí disminuye.

Lo decimos una vez más: no podemos seguir con estos políticos. Hace falta una nueva política y nuevos hombres y mujeres capaces de desarrollarla. Personas con las manos y la mente limpias. Así nos lo indican los lectores que nos llaman. Con respecto a Las Palmas, son muchos los que nos recuerdan que del "gran" no sólo tienen la culpa los canariones. También hay muchos culpables en Tenerife, porque los representantes de esta Isla a menudo se ponen de cuatro patas apenas ven a un canarión. De los políticos tinerfeños sólo salvamos a un par de ellos. Debemos decirlo aunque nos duela: los marinos de nuestro barco no saben navegar. Lo único que saben es llenarse los bolsillos y hacer puentes, tanto políticos como laborales. ¿En qué país serio se pierden cuatro días de trabajo, como ha ocurrido en Tenerife?

En nuestro editorial de ayer recomendábamos a los ciudadanos de esta Isla que tengan en cuenta a los políticos tinerfeños que no laboran por su tierra. Que nunca más voten por ellos. Son todos los del PP y del PSOE, además de algunos de ese partido paraestatal que es CC. En cuanto a José Luis Perestelo y su gesto de abandonar el Cabildo de La Palma para ejercer la política pura en Madrid, ¿qué podemos decir salvo que es un buen hombre? Quiere estar en el Congreso de los Diputados porque prefiere ser cola de león que cabeza de ratón. ¡Qué iluso! No se da cuenta de que ni siquiera es cola; tan sólo detritus de león. Todos se ríen de él, al igual que de la señora Oramas y del otro. Les hacen cortes de mangas a sus espaldas porque no son españoles. Son indígenas. Son raros. A los peninsulares sólo les asombra el acento, pero es para que les asome la risa a los labios. Por cierto, ya que hablamos del acento, nos acordamos del diputado que en su día fue la revelación de las Cortes. Hablamos de José Carlos Mauricio. ¡Fuerte comicada! Tenía buena memoria y hablaba sin papeles (lo llamaban el "sin papeles"), pero nada más. Sólo era un mago en la tribuna de oradores, y encima un mago canarión, pero él se consideraba importante.

Lo repetimos: hace falta una nueva política y unos nuevos políticos. Hace falta una nación nueva, que es Canarias, con identidad, dignidad, orgullo y posesión de su riqueza. No olvidemos que somos un territorio del continente africano y que estamos en aguas marroquíes. No nos sorprendamos si un día la Metrópoli nos abandona en manos de Rabat, como abandonó el Sáhara, para no tener que enfrentarse a su vecino del Sur. Lo único que nos puede salvar es ser un país soberano. Una república archipielágica o cabildicia, con sus aguas correspondientes.

Es una pena que no entiendan esto los representantes canarios en Madrid. Personas que han hecho muy poco por su tierra. Los diputados del PSOE y el PP, nada de nada. Y en cuanto a los de CC, ¿qué hizo en su día Luis Mardones, el de la manta en el maletero del coche por si pasa por una romería? ¿Y doña Anita Oramas, la señora de la política pura, qué ha hecho? ¿Y los Ríos que han hecho? ¿Es que tenemos que seguir pagándoles sus juegos políticos, incluido el que se traen con el esclavizante Estatuto? Que dimitan de una vez.