LO QUE A CONTINUACIÓN relato es un caso más de cómo se están tratando los diferentes problemas que tienen nuestros agricultores canarios, sin olvidarnos de las múltiples plagas, que se ha permitido entrar en nuestras tierras, devorando o acabando con nuestra agricultura. Está claro que para poder comprender a nuestros agricultores hay que meterse en el ajo, como me ha sucedido.

Desde hace más de cinco años, vengo presintiendo lo que ya hoy es una triste realidad; por lo que mientras trabajo decido prepararme para lo peor. La única salida posible ante la crisis sistémica global es la posibilidad de al menos cultivar para el auto-consumo y poder mitigar lo que pronto gran parte de la población en paro ya sufre. Aunque mi intención, al principio, fue poder generar un gran cultivo de papas ayudado por mi familia, siendo el lugar elegido para tal fin el de las antiguas tierras de Benkomo (Ymobard-Tamadaya), territorio de paso y control de la zona sur en Abona.

Antonio, persona conocedora del lugar y que trabajó en la tierra que ahora lleva sin cultivar más de cincuenta años, me informó de que cuando en la guerra civil española el pueblo pasaba hambre, esta propiedad producía tanto trigo que los graneros estaban a tope, lo que en parte mitigó el hambre de muchas familias de esta pequeña población.

Eso me animó a continuar con mi proyecto, pero dadas las condiciones de tierra de secano, las escasas lluvias, carencia de estanques, la dificultad del acceso por la ladera hacia la cima en donde se encuentran los bancales, decido limitarla a papas solamente para el autoconsumo.

Mientras tramito la solicitud al Cabildo de Tenerife para las mejoras y reparación de ese dificultoso tramo, se me ocurre una idea para evitar transportar los sacos de semillas al hombro, por lo que coloco una cuerda de acero de unos 125 metros de longitud, que sirve de guía a un recipiente con el que subo los sacos de uno en uno, abonos y útiles agrícolas, pero esto no es suficiente para proporcionar facilidades a un cultivo mayor y, además, con el añadido de los esfuerzos que tengo que hacer a una edad próxima a los sesenta años.

Agradezco la presencia en el lugar del consejero de Medio Ambiente del Cabildo de Tenerife, don Wladimiro Rodríguez Brito, que como hombre de campo reconoció las dificultades y no dudó en absoluto en la necesaria solución de este problema, pues como el dijo: "Estoy por la agricultura y haré todo lo que esté en mis manos para que lo suyo pueda ser una realidad". Estas palabras me animaron, por lo que yo esperaba con ansiedad la resolución favorable del Cabildo respecto a la petición de mejora de camino, pero al llegar ésta y leer su contenido ¡caí como en depresión!, no comprendiendo el resultado. Esto ya me había sucedido anteriormente con otra propiedad en zona agrícola, de la que tampoco obtuve resultado positivo. No entendemos cómo es posible que siendo canarios desde siempre y dueños herederos de las tierras que cultivaron nuestros antepasados se nos pongan tantas trabas por algo que es nuestro, mientras les facilitan a los nuevos colonos extranjeros todos los medios necesarios para construcciones diversas, muchas de ellas discordes con el medio ambiente.

El técnico municipal, a este respecto, solicitó al Cabildo lo que la ley permite en este caso -mejora del camino-, pero los informes negativos se salieron por las ramas, no supieron siquiera qué decir, pues se contradicen en sus respuestas con lo solicitado, pero tampoco indican una salida o solución a este problema, por lo cual me costará más de un año esperar de nuevo la respuesta a una segunda solicitud referente a otro nuevo proyecto de acceso por otras coordenadas, y me temo que seguramente no prosperará. Llevo pendiente de permisos unos cinco años. No estoy seguro, pero si algún día solucionaran este problema para el cultivo, es muy probable que ya no pudiera realizarlo, pues estaría muy mayor o quizás haya fallecido.

Creo que los responsables están en la obligación de facilitarnos a los canarios que podamos cultivar nuestras tierras, hacer que esta digna y antigua profesión sea bien vista por la juventud y procurar dotarlos de todos los medios para que el trabajo sea lo más fácil: accesos en condiciones, escuelas agrarias en todos los municipios, estancia y cuartos de aperos, riego, maquinaria y un mercado seguro. Creo que con estas condiciones, si se dieran, el campo estaría hoy atendido, los bancales levantados, las huertas limpias, prestigiado el trabajo y dada la situación de crisis actual, con cantidad de nuevos, jóvenes y orgullosos agricultores.

Los responsables políticos se cubren las espaldas diciéndonos que nos subvencionan parte de las semillas, entre otras cosas, pero ¿de qué me sirve en este caso si no puedo llegar a la finca?, ¿tanta protección nos dará comida?, ¿quién protege más el campo que el agricultor?

Si no es prioridad la agricultura, díganlo, no nos engañen más, sean sinceros, así no perderemos el tiempo y nos dedicaremos directamente a mendigar.

Si el capital que se invirtió en la construcción por ejemplo del Auditorio, en el Tranvía o en el próximo tren, se empleara en la agricultura y tuviesen prohibida la entrada en nuestro territorio los productos agrícolas foráneos, entonces seríamos, seguro, un país agrícola, es decir un país autosuficiente, o lo que es lo mismo, un país rico en tiempo de crisis.

Con esto no quiero decir que esté en contra especialmente del Auditorio, todo lo contrario, pienso que carecemos excesivamente de cultura en general relacionada con nuestra historia y el auditorio en parte musicalmente la aporta, pero este gasto debió de ser proporcional, económicamente hablando, a las posibilidades de la tierra donde vivimos.

Tengo la impresión de que las resoluciones se ejecutan justo al revés, posiblemente porque son soluciones más fáciles y efectivas económicamente, pues simplemente se trata de recaudar impuestos lógicos: de aduanas, contribuciones, de construcciones, etc. y esto se paga, ya lo estamos sufriendo. Quiero decirles a los responsables, que por favor acudan a las bibliotecas, que estudien nuestra historia, porque creo que esta es la raíz del problema. No se puede jamás amar a la tierra y a sus habitantes sin comprender los problemas y los sufrimientos en que se vieron envueltos nuestros antepasados después de la conquista. Somos nosotros, los hijos de éstos y de esta tierra, los únicos capaces de solucionar nuestros problemas.

Por lo que aprecio, los canarios sólo estamos para pagar los impuestos y para recibir respuestas no entendibles y sospechosas a nuestras peticiones lógicas de mejoras agrícolas, creando con ello situaciones de crisis para obligarnos a vender las tierras a precios baratos o tirados; esto ya sucedió en la antigüedad, matando prácticamente de hambre a la población canaria, por lo que gran parte de ésta tuvo que emigrar forzosamente a otros países, léase, por ejemplo, la obra de Julio Hernández García, titulada "La emigración de las islas Canarias en el siglo XIX". La historia desgraciadamente se repite y parece que la sangre de nuestros ancestros no corre por las venas de los responsables de esta situación; su sangre está contaminada.

* Escultor y Soberanista