Miles de estudiantes contrarios al proceso de convergencia con el Espacio Europeo de Educación Superior pusieron ayer a Barcelona casi en estado de emergencia, ya que la Policía blindó con vallas el acceso a las Ramblas y a la calle Portal del Ángel -dos de las vías próximas a la céntrica Plaza de Cataluña-, aunque la marcha transcurrió sin incidentes, a diferencia de la protesta de una semana antes, cuando resultaron heridas casi cien personas, entre manifestantes, policías y periodistas.

Los alumnos que se oponen al proceso de Bolonia no buscaban el enfrentamiento con los Mossos d''Esquadra, que habían declarado la marcha de "alto riesgo", por lo que desistieron de marchar por Las Ramblas, como habían reclamado las autoridades, ya que se trata de un enclave que la Policía considera poco seguro al estar lleno de comercios, mobiliario urbano, pequeñas callejuelas y turistas.

Para evitar disturbios, los sindicatos de estudiantes organizaron un servicio propio de orden, formado por entre 30 y 50 personas y a todo el que llevaba un pasamontañas o la cara tapada se le invitó a abandonar la concentración, que partió de la Plaza Universidad y acabó en la plaza Sant Jaume.

En cualquier caso, una veintena de furgonetas de los Mossos d''Esquadra vigilaron la marcha, así como agentes vestidos de paisano infiltrados entre los manifestantes y un helicóptero. Los estudiantes portaban pancartas "contra Bolonia" y contra la "represión policial", y al grito de "libertad de expresión, Policía no" y "Bolonia se aplica a golpe de porra", llevaban consigo un libro porque querían demostrar una actitud "pacífica y modélica", según dijeron, que confrontan con la tendencia "al uso de la fuerza" que atribuyen a la Policía autonómica.

La manifestación, que no transcurrió por el recorrido previsto y avanzó de forma algo dispersa con el objetivo, por parte de los estudiantes, de sortear las zonas controladas por la Policía, fue convocada para protestar por la actuación de los Mossos de hace una semana, tras el desalojo de los alumnos que llevaban cuatro meses encerrados en el rectorado de la Universidad de Barcelona.

La manifestación fue el colofón de una jornada de huelga convocada en las universidades catalanas contra el proceso de Bolonia, aunque el paro no se dejó notar especialmente en las aulas y las clases se desarrollaron con bastante normalidad, a excepción de las facultades de Filosofía, Geografía e Historia de la UB, donde los piquetes volvieron a impedir que entraran alumnos y profesores.