Dada la humildad y sencillez que la cauteriza, durante varios años la joven lagunera Candelaria García Díaz, con 35 años de edad en la actualidad, ha entregado la mayor parte de su vida, desde que se licenció en Bellas Artes, especialidad en Restauración Pictórica en Granada, a devolver importantes obras de afamados imagineros o pintores del ayer a su estado primitivo, y afrontar el deterioro, fruto del paso del tiempo o del desinterés del propietario por la pieza artística.

Aunque no se contemplan las intervenciones a nivel privado, Candelaria García tiene en su poder catalogadas, por encargos oficiales, la restauración de 24 esculturas, quince cuadros y cuatro retablos. Una de las obras más antiguas que ha restaurado este prodigio de la restauración, como ya se le califica, ha sido el Tríptico de Santiago el Mayor, atribuido al maestro de Delft, de finales del siglo XV. Se trata de óleos sobre tabla, pertenecientes a la iglesia del Realejo Alto.

Muchos se preguntarán el motivo por el que este reportaje se titula Manos de vida, pues simplemente no sólo porque existe vitalidad y pulso en las manos de Candelaria, sino, y aquí está lo más importante, porque ella es capaz de devolver con gran perfección a la vida obras deterioradas tal y como las creó en su día su autor. Y la verdad es que aquellos que puedan ver cómo entra una determinada imagen, faltándole trozos o varias capas de policromía ocultado el color original, y cómo es devuelta a su estado original al toque maestro de la afamada restauradora Candelaria García, tendrían que estar de acuerdo con que las manos de esta artista tienen algo especial, es decir, que dan vida a obras del arte que un día murieron fruto del deterioro.

Pero Candelaria García tiene unas manos con vida porque se ha ganado el respeto y la admiración de mucha gente, de organismos oficiales y de parroquias que saben muy bien que posee la formación específica para conservar y restaurar las más antiguas y bellas obras de arte de la imaginería y pintura, un trabajo que pocos llevan a cabo como ella porque posee, por su carácter, los dos ingredientes para que una restauradora triunfe,: minuciosidad y una enorme paciencia.

Candelaria García Díaz nació en Guamasa y está licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Laguna, en Bellas Artes, Especialidad en Restauración Pictórica por la Universidad de Granada y está en posesión de un curso de aptitud pedagógica por la Universidad Complutense de Madrid. A ello hay que añadirle una formación adicional fruto de su asistencia a numerosos cursos, encuentros, seminarios, jornadas y congresos a nivel nacional e internacional.

Es de destacar que entre 1988 y 2001, Candelaria García formó parte como restauradora del equipo del laureado restaurador Pablo Amador

Las esculturas que ha restaurado Candelaria García son: Cristo de la Misericordia (siglo XVIII, de la parroquia de Los Silos), Cristo de la Expiración (siglo XVI, en la parroquia de San Marcos de Icod de los Vinos), Virgen Difunta (siglo XVI de la iglesia del convento de Santa Catalina), Virgen de Montserrat (siglo XVI del término municipal de San Andrés y Sauces, en La Palma), Nuestra Señora de Los Dolores (siglo XVI de la capilla de Los Dolores de Icod de los Vinos), Virgen de La Paz (siglo XVIII, de la ermita de San Antonio de Icod de los Vinos), San Andrés Apóstol (siglo XVII, de la iglesia de San Andrés de la Caleta de Interián), San Antonio de Padua (barroco canario de la iglesia de San Mateo de Punta del Hidalgo), el Niño Jesús (del siglo XVII, de la iglesia de San Marcos de Icod de los Vinos), el Nazareno (del siglo XVII, de la parroquia del Dulce Nombre de Jesús de La Guancha) y el paso de la Santa Cena (siglo XVI, del ex convento de San Francisco de Icod de los Vinos).

Cristo del Calvario

En estos días está acabando el Cristo del Calvario de La Guancha, talla de madera del siglo XVIII que debe estar lista para que procesione en esta Semana Santa.

Candelaria García destacó a este periódico que la afición a su profesión le viene dada quizá por su padre, Manuel García, y su abuelo, Ángel García, ambos carpinteros. "Me llamaron mucho la atención en mi niñez -dijo- al ver cómo muebles antiguos eran devueltos a su estado más original".

Durante la carrera fue cuando ya descubrió su pasión por el mundo de la restauración. Cuando le traen una imagen para ser restaurada en su taller, al quedarse sola con la misma, dice a EL DÍA, "admiro la belleza que un escultor del pasado le dio, consiguiendo una talla tan perfecta. Y luego respeto que esa obra de arte esté en mis manos y pueda devolverla a su estado original, pero sin toques personales sino actuando como su propio artífice".

Candelaria García se trasladó en 2002 al Valle del Colca, en la localidad de Arequipa de Perú como cooperante para enseñar a los peruanos a restaurar todos los templos coloniales existentes.

Cuando en esta Semana Santa el público vea mejor que en el pasado a las esculturas citadas, deberá tener presente que ha sido posible gracias a que existe una excelente profesional que se llama Candelaria García, con unas manos llenas de vida hacia el mundo de la restauración.