DICEN muchos entendidos que, si ahora mismo se celebraran elecciones generales, Rodríguez Zapatero sacaría pocos diputados y senadores, o sea, que no podría formar Gobierno y, con suerte, obtener una oposición medianamente nutrida para ocupar los escaños de las dos cámaras legislativas. El actual presidente del Gobierno y su partido han recibido en las autonómicas de Galicia una derrota que no imaginaban ni en la peor de sus pesadillas, y Rodríguez Zapatero, personalmente, hizo el peor de los ridículos cuando dijo, en medio del fragor electoral, seguro de su triunfo, que no votar al candidato Touriño era como no votarlo a él, a Rodríguez Zapatero. Y, ya ven, a Touriño no lo votaron, perdió el Gobierno gallego y dimitió enseguida de los cargos en el PSOE, mientras Zapatero se revolvió en la vergüenza y el ridículo de que los gallegos jamás lo han tenido como un vencedor indiscutible que daba seguridad a la reelección de Touriño, al cual no iba a elegir nadie, porque los gallegos estaban hasta la coronilla de soportar los dispendios del candidato con su coche blindado, que le costó a la Xunta de Galicia 400.000 euros, y un montón de bien remunerados arribistas en el Gobierno autónomo. Ahora, el nuevo presidente de la Xunta, Núñez Feijóo, que recuperó Galicia para el Partido Popular después de arrebatársela el PSOE a don Manuel Fraga, tendrá mucho trabajo para hacerla parecer a la que dejó Fraga.

Por otro lado, si Zapatero, a quien, como puede verse, no lo quieren en Galicia ni las cucarachas, después de haber dejado limpia de socialistas la Xunta ha sacado nota cero en los comicios gallegos, tampoco le ha ido nada bien en las autonómicas vascas, donde el nacionalismo dejó de sacar mayoría absoluta, aunque el PNV obtuviera, por sí solo, mayoría de votos: pero no de apoyos. Sin embargo, ya se conocen las cuentas electorales que dan muchas sorpresas. Al Gobierno Zapatero, aunque un socialista quiere ser lehendakari, le va mal por falta de apoyos. La incógnita de lo que quedaba por venir después de los comicios vascos quedó despejada en la sesión de control del Gobierno el miércoles de la semana pasada en el Congreso de los Diputados, donde el PNV escenificó la ruptura con Zapatero. El portavoz del PNV acusó al presidente de "condicionar", en beneficio de los socialistas vascos, las autonómicas del 1 de marzo, por anular las listas de la izquierda abertzale, medida tomada por los Tribunales Supremo y Constitucional. Ya había indicios de que se cumplieron.

Y así de confusa queda la situación mientras Zapatero sigue siendo el presidente peor valorado, como se lo echa constantemente en cara el PP.